Al
norte de
Ecuador, desde Tulcán, provincia de Carchi, se pasa
la frontera a
Colombia, se llega a la ciudad de Ipiales. El Santuario se
encuentra a 10
km en automóvil de dicha ciudad. El municipio de Ipiales está al suroccidente de Colombia, en el altiplano andino de Túquerres e Ipiales, departamento de Nariño. La ciudad se encuentra a 3 km. de la frontera colombo-ecuatoriana y a 82 km. de Pasto. Se comunica con el interior del país por la carretera Panamericana, la que continúa por la población ecuatoriana de Tulcán, luego de atravesar el puente internacional de Rumichaca, que en lengua quechua significa “puente de piedra”, sobre el río Carchi, el cual en territorio nariñense se denomina Guáytara (río azul) a 800 metros, desde el mirador de Ipiales. |
En diciembre de 2015, el diario británico The Telegraph otorgó el nombre de la “iglesia más bella del mundo” al Santuario de Las Lajas. Fue impresionado por su estilo gótico, su arquitectura medieval y su situación topográfica entre los riscos del Altiplano Andino (levantado sobre un cañón, a una altura de 100 metros sobre el río Guáitara, en la frontera con Ecuador). | |
Los orígenes y las historias que resguarda el lugar son muchas, y datan por lo menos del siglo XVIII.Una de las más famosas cuenta la historia de María Mueses de Quiñones, y los milagros que la Virgen concedió a su hija:
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[Las] protagonistas
[de esta historia] son la
india María Mueses de Quiñones, descendiente de
antiguos caciques [jefes de
tribu] y su pequeña hija Rosa, sordomuda de nacimiento. El
lugar de los hechos
se sitúa en los andes ecuatoriales a 2.600 metros de
altitud, a media cuesta de
una profunda quebrada sobre el río Guáitara, en
el municipio de Ipiales, en el
extremo sur de la actual Colombia, a diez kilómetros de la
frontera con
Ecuador. […] Al llegar a la cueva del
Pastarán, [María] se detiene para
descansar. La niña [su hija Rosa] entonces se desliza
suavemente de la madre y
empieza a trepar por las lajas. De pronto María escucha que
su hija le habla:
“Mamita, vea a esta mestiza que se ha despeñado
con un mesticito en los brazos
y dos mestizos a los lados”. Desconcertada,
[María] no atina sino a coger a la
niña y huir del lugar.
Y la historia
continúa con un hecho aún más
asombroso,
pues Rosa no solamente recupera el habla: Rosa cayó
gravemente enferma y murió.
La desconsolada madre, concibió entonces la idea de llevar
el cuerpecito sin
vida de su entrañable hija a los pies de la
Señora del Pastarán, para
recordarle las flores y velas con que la niña
solía obsequiarla y pedirle
encarecidamente que le restituyera la vida. Ante los ruegos insistentes
y las
copiosas lágrimas, ante la fe que no se doblega, la Virgen
no resistió y obtuvo
de su Divino Hijo la gracia de la resurrección de la
pequeña Rosa. |